FARÁNDULA

Crónicas de la Feria: el gran remate de vasos y platos

Cincuenta pesos a la una. 50 a las dos. 50 a las tres. Se lo lleva

Córrele que ya empezó el remate. Nunca compres a la primera, porque el primer precio siempre es el más caro: “Llévate 6 vasos por 200 pesos”, ofrece el subastador gritón Ruperto Hernández, el mejor vendedor del mundo.

“Estos vasos resisten los golpes de los niños más traviesos”, dice Ruperto, golpeando el vaso contra un tubo de acero. “Y ya mejor no le pego porque no se vaya a doblar el tubo”. “¿No te gusta la oferta? Dame 100 pesos. Seis vasos por 100 pesos. Y le pongo otros dos. Es decir ocho vasos por 100 pesos. ¿No te convence? Fíjate bien. Lo que quiero es vender. Los primeros cinco que levanten la mano se van a llevar 8 vasos por 70 pesos. Échame otros vasos, mi amor, perdón, Ramón”, prosigue.

Es más. Ya me cansé. No me des 70 pesos. Los cinco más rápidos que levanten la mano se van a llevar ¡10 vasos por 50 pesos!. Escuchaste bien: 10 por 50”. La gente corre a comprarlos. Ruberto comienza a vender como desesperado.

“Se lo lleva. Diez vasos por 50 pesos. 50 a la una. Otro más. 50 a las dos. Uno más. 50 a las 3. Se lo lleva. Ahí te pagan. Con esos precios, hasta a mí me dan ganas de ser mujer, para comprarme mis vasos”, dice.

Los remates de la Feria de León son una locura cada año. Cinco cazuelas por 100 pesos. Seis cucharas por 20 pesos. Diez platos por 50 pesos. Tres cubetas por 80 pesos. Grandes ofertas imposibles de rechazar.

Ruperto es un gritón de Puebla. Anda de feria en feria -Guadalajara, Tijuana, Aguascalientes, Zacatecas- ofreciendo lo más barato del mundo. Un vendedor debe ser chistoso, si no, no vende nada, dice un gritón con 18 años de trayectoria que vende hasta las piedras si es necesario.

Mire este frasco con tapadera, para que no se le meta doña Cuca (Doña cucaracha)”, dice. “Llévese estos tazones pozoleros para que se eche un caldo con la vecina”, platica. La gente se ríe mientras llegan las gangas.

“Compre este sartén para que haga sus carnes acedas, digo, asadas”, ofrece. “Mire esta cazuela con teflón para que le haga los huevos al marido como usted quiera y él va estar muy contento. Se lo aseguro, señora”, dice.

La gente se amontona en el remate público, como si estuvieran regalando gorditas tarascas o gasolina. Miles de personas hacen este ritual cada año en la Feria de León. Cada año hay que regresar por las ofertas. Por ahí anda doña Paty Hernández, una señora que viene con su marido, sin falta, a comprar los nuevos platos, tazones y vasos para la casa. Doña Paty nunca le falla. Por cierto, ella aprovechó la oferta de vasos. “Venimos cada año porque justo es lo que tardamos en quebrar los vasos”, dice.

 

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Pablo César Carrillo

Periodista de estos tiempos.

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