FARÁNDULA

‘Llueve’ en el Museo de Antropología

Las filtraciones de agua ponen en peligro los tesoros del recinto cultural más visitado de México. En la Sala Mexica "eran cascadas", según reconoce el director Antonio Saborit

Agua en el museo más visitado de México. El terremoto de septiembre del año pasado y las torrenciales lluvias de 2018 han dejado en un lamentable estado los 24 mil metros cuadrados de azotea del edificio que conserva los tesoros más importantes de la nación.

En una información publicada por el diario ‘Excélsior’, el director del museo reconoce la situación de alarma. «Los costados poniente de los edificios norte y sur, donde se ubican las salas de etnografía, la Sala Mexica con sus imponentes monolitos y la Biblioteca Nacional de Antropología son las áreas más afectadas», asegura Saborit.

La crisis de las goteras en este museo comenzó a mediados de junio. Tuvimos una lluvia bíblica y por todos lados salieron goteras que no existían”, asegura Antonio Saborit, director del espacio

«El trabajo para la impermeabilización de la azoteas debe continuar. Hay que cambiarlo todo», asegura Saborit, director del museo

Las filtraciones hicieron su aparición el año pasado, sobre todo en la Sala Mexica, lo que obligó a actuar de inmediato. La última impermeabilización del edificio había sucedido hace 12 años, cuando aún vivía el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. El proyectista del inmueble sugirió cubrir las azoteas con una membrana de plástico que fue desplegada como si fuera un mantel sobre toda la superficie.

A pesar de que los dictámenes concluyen que el museo es seguro y habitable, el sismo del 19 de septiembre provocó que las juntas constructivas con las que fueron armados los dos edificios laterales del museo chocaran entre sí. Ese movimiento provocó grietas en los techos del edificio y, cuando aparecieron las lluvias, se convirtieron en coladeras: “Fue algo absolutamente inusitado que nos explicamos solo como una secuela de los temblores del año pasado, porque esas goteras no existían”, explica el director.

En un costado de la Sala Mexica hay una pequeña bodega en la que se guardan materiales de trabajo. Cuando llegaron las lluvias, dice Saborit, “ahí eran cascadas”. Fue necesaria la movilización de todo el personal del museo para protegerla: “Se pusieron plásticos, eran numerosas las goteras; en el lado sur hay un mural y restauración lo cubrió, lo protegió con plástico. Todos ayudan”.

El pasado 23 de julio comenzaron los trabajos de impermeabilización en la parte sur del edificio principal, justo sobre la biblioteca. El proceso se encuentra a la mitad del camino y los trabajadores tienen 70 días para dejar renovados los mil 700 metros cuadrados de azotea. En junio, la Sala de Etnografía debió cerrarse al público ante la contingencia.

Saborit cree que empezando 2019 habrá quedado renovada la impermeabilización de las zonas más prioritarias, aunque seguirá faltando el resto del edificio de gobierno así como los costados oriente de los edificios norte y sur: “El trabajo tiene que continuar, el espíritu es atacar integralmente los 24 mil metros cuadrados de las azoteas. Hay que cambiarlo todo”, concluye Saborit.

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